Este artículo de crítica de cine, titulado “MUCHO PRESUPUESTO Y POCAS NUECES”, fue publicado por A. Garrido en el ejemplar del mes de Mayo de 2013 de la revista China-Latino.
Cartera y cartelera van este mes [Abril] de la mano en las salas de cine, como tantas veces. Se han estrenado cuatro películas en las que los efectos especiales son lo más importante.
Paramount Pictures ha decidido, con la secuela G.I. Joe: Retaliation, invertir $130 millones en una exhibición de acción, músculo, explosiones, disparos e ingenios tecnológicos al servicio del mal. La pregunta era cuánto tardaría Bruce Willis en quitarse la camiseta para empezar a hacer justicia, pero ya está viejuno y prefiere posar de killer desencantado y profundo. Lo curioso y significativo del film es que el malvado Zartan suplanta al Presidente de los EEUU y casi nadie se da cuenta, tan poquita es la diferencia en sus políticas.
Warner Bros., por su parte, se ha buscado la ruina con Jack the Giant Slayer, que no ha conseguido atraer al público familiar que pretendía. Actores y actrices guapos, pero sin pasarse, ingeniosos, pero sin trasfondo, y mucho computador al servicio de efectos especiales, digitales y tridimensionales para, al final, conseguir mucho menos de lo que conseguían los hermanos Grimm con una pluma, un tinterillo y un trozo de papiro.
Los que sí han sabido distribuir su mercancía, una vez más, han sido los amigos de Walt Disney Pictures, con Oz the Great and Powerful. Aquí las escenas generadas por ordenador son los efectos que generan afectos, pero no sobrevivirán al tiempo.
En Disney parecen dispuestos a no dar respiro a la imaginación de nuestros hijos, apabullándola con mostruos de diseño y mundos barrocos, donde los malos son torpes y tontos, y los buenos son más tontos todavía, aunque menos torpes, y por eso ganan -por eso y porque hay que asegurar que los padres les compren a los niños el DvD y el merchandasing asociado al film.
Un poquitín más de enjundia parece tener Mama, de Andrés Muschietti, distribuida por Universal Pictures. Mama presenta bajos costes de producción, comparada con las anteriores (sólo $15 millones). Aunque se ha criticado en ella un guión mal resuelto, lo cierto es que la trama, alrededor de unas niñas semisalvajes, protegidas por una presencia fantasmal a quien llaman ‘mama’, tiene más visos de realidad y atractivo que todas las superproducciones anteriores con sus guerreros, gigantes, magos y princesas.
Los adultos con quienes los niños tienen que vérselas en cuanto abandonan la sala de un cine tenemos poco de monstruos de videojuego a los que se puede matar varias veces por pantalla. Nos parecemos más a Mama, me temo: de tanto proteger, metemos miedo.