Marginados sociales e inmigrantes duermen en el suelo en el centro Lagun Artean de Bilbao desde Octubre de 2000. El Departamento de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno vasco concede subvenciones a esta asociación. Reportaje publicado en 2002 en la revista KALEGORRIA. Años después, la situación no había cambiado, tal y como puede leerse en el libro “El Gueto Invisible“.
Entre treinta y cuarenta personas duermen, desde octubre de 2000, en el suelo de los locales que la asociación Lagun Artean tiene, desde 1984, en la calle Urquijo del barrio bilbaíno de Deusto. Según ha constatado KALEGORRIA, los usuarios deben cumplir unos horarios y superar un sorteo para poder pernoctar en el suelo durante una semana. El Departamento de Trabajo y Seguridad Social concede subvenciones a esta asociación.
La asociación Lagun Artean acoge en sus locales de la calle Urquijo de Deusto (Bilbo) a alrededor de treinta personas entre homeless, inmigrantes y toxicómanos. Lo escandaloso es que los locales no están habilitados para acoger ni a una sola persona: no hay camas. Estas personas tienen que dormir en el suelo, abrigadas con una manta o con un saco de dormir, y sobre una esterilla que les facilita el centro y que deben devolver por la mañana.
Además de esta “ayuda”, reciben un café por las mañanas, otro a la tarde y otro más a la noche, junto con algún bocadillo.
El derecho a dormir en estas condiciones se adquiere mediante el sorteo de las treinta plazas disponibles, que se celebra cada lunes a las cuatro de la tarde y tiene validez por una semana. El sorteo consiste en el reparto de unos números entre los interesados y una bolsa con bolitas de bingo que serán extraídas por una “mano inocente”. Los “afortunados” se anotan en una lista y deben presentarse cada noche, antes de las once en punto, de lo contrario pierden el derecho a pernoctar y son sustituidos por otra persona en lista de espera.
“¿Calefacción? ¡Sí, la que te da el cuerpo a cuerpo!”, nos aclara uno de los marginados sociales que suelen dormir en el centro cuando el frío aprieta. Y es que con frecuencia, sobre todo cuando las temperaturas son más bajas, y puesto que no hay calefacción y se duerme sobre suelo de baldosas, la proximidad corporal es la única fuente de calor. Pero a veces no hay más espacio en la sala y toca dormir en el pasillo. “Ahí sopla una corriente… ¡Te cagas de frío!”, añade la misma persona.
No obstante, muchas de las personas que frecuentan este centro lo hacen porque la única alternativa que les queda es la calle. “Si duermes en un banco, se te enfrían los pulmones. Más de uno termina en el hospital. Y a las ocho ya tienes al municipal gritando para que te levantes”, dice J., que lleva diez años sin hogar. “Aquí, aunque te levantas a las siete y media, por lo menos te dan un café”.
Una chica guipuzcoana ha llegado al centro Lagun Artean, procedente del albergue municipal Elejabarri. Ha dormido tres noches allí y después le dijeron que no podía quedarse más porque los albergues municipales dan cobijo limitado. Como alternativa, le dieron la dirección de Lagun Artean y un mapa para que lo encontrase.
Aunque una hoja colgada de un panel advierte de la prohibición de utilizar armas blancas o cuchillos propios, fuentes consultadas aseguran que varias veces has salido a relucir navajas por discusiones personales, aunque sin consecuencias irreparables. Para atajar este tipo de problemas, el centro dispone de unos vigilantes nocturnos improvisados y sin preparación específica, marginados “adoptados” por la dirección y que han pasado por pisos de acogida facilitados por la misma. Algunos desempeñan funciones de apoyo en la cocina del centro (preparan los cafés, bocadillos, etcétera) y tres están contratados específicamente para vigilancia.
Higiene y administración
Asimismo, han llegado a KALEGORRIA documentos fotográficos que prueban las pésimas condiciones higiénicas de los baños. Una caldera de agua caliente con capacidad para poco más de cincuenta litros resulta insuficiente para procurar una ducha a las decenas de personas que frecuentan el centro. Los que pueden se duchan en casas de amigos o familiares, donde también lavan la ropa.
Está prohibido consumir drogas, pero algunos lo hacen a espaldas de la dirección. “El otro día uno se fumó un chino. Pero te callas para no armar jaleo”, dice otro entrevistado por KALEGORRIA.
El centro de acogida Lagun Artean de la calle Urquijo está presidido por Enrique Ordiales Ginés, quien ocupa la presidencia de la asociación y ha mantenido vínculos con la Iglesia.
La lonja en que se sitúa el local está dividida a la mitad por un pasillo, a cuya derecha se sitúan los despachos de los miembros de la asociación. A mano izquierda, hay dos salas, la primera de las cuales está cerrada para quienes pernoctan en el centro. Según ha sabido KALEGORRIA, en ella solían hacer talleres marginados procedentes de otros centros. “Pero para nosotros, nada”, se lamentaba un marginado que frecuenta el centro desde hace un año. “Aquí te ayudan si les caes bien, pero como no les entres por el ojo…”. Y otro compañero añade: “A mí me dicen que como no soy drogadicto ni alcohólico ni ná de ná pues que… que no hay programas de ayuda”. “En cuanto encuentras un trabajo, te echan. No les importa si todavía no has cobrado y no tienes dónde dormir”, concluye otro compañero que ya no duerme allí, pero va a pasar el día para resguardarse del fresco.
Anexo a la sala de talleres, se encuentra el cuarto donde personas sin hogar, buena parte de ellas inmigrantes, pasan las horas muertas del día viendo televisión, jugando a algún juego de mesa o charlando. Las mochilas y bolsas con las pertenencias se apilan junto a las paredes.
Al fondo se hallan la cocina y los baños con water-closet y ducha.
El centro de acogida Lagun Artean fue constituido como asociación en enero de 1984. Su objetivo era “la ayuda social, económica y humanitaria a todas aquellas personas marginadas por la sociedad”.
Hoy disponen de un piso y dos caseríos para reinserción de toxicómanos y ocho pisos para reinsertar a otros marginados. Enrique Ordiales asegura que este año emprenderán obras para mejorar el servicio de la calle Urquijo. “Soy consciente de nuestras limitaciones”, declara. “Hay gente que me ha dicho que esto es indigno, pero Lagun Artean abre las puertas que tiene. No hay centro en Bizkaia que tenga acogida abierta más de tres días”, concluye.
Hacia la igualdad por la miseria: mujeres e inmigrantes
Conforme los flujos migratorios han comenzado a llegar a Euskal Herria, los centros de acogida ha ido recibiendo cada vez más inmigrantes, dándose la circunstancia de que son aquellos que no han encontrado techo en sus redes de apoyo quienes tienen que recurrir a las redes de albergues y centros como el de Lagun Artean. Algunos de ellos son solicitantes de asilo que, tras recibir las primeras ayudas de Cruz Roja y CEAR, se han visto en la calle.
“No tienen dónde apoyar la cabeza”, dice Nkembo Manzambi, presidente de Afrovasca. “El Gobierno vasco y el español tienen conocimiento, pero no quieren hacer nada”.
Muchos de los inmigrantes que llegan al centro de acogida Lagun Artean apenas hablan castellano. Simplemente se sientan donde pueden y esperan el momento de dormir o tomar el café o un bocadillo. Si hay suerte y aún no se ha acabado el agua caliente, tal vez puedan ducharse. La red de apoyo social se está mostrando insuficiente tanto para ofrecer cobijo a la población inmigrante recién llegada como para darle alternativas factibles y dignas de empleo y de vivienda.
La inmensa mayoría de los visitantes de Lagun Artean son hombres. Esto no es difícil de entender, si tenemos en cuenta las condiciones de hacinamiento que hay que afrontar para dormir, y muchas chicas prefieren la calle a tener que dormir allí si no van acompañadas. Las que llegan, suelen durar poco.